jueves, 19 de julio de 2007

ARMANDO LO DISCÉPOLO


Pompeyo Audivert

A veces se cree que las obras responden a un plan preconcebido de hablar de algún tema, esto suele ser un mito, las obras surgen también, por lo menos en nuestro caso como consecuencia de la confluencia de una investigación formal y una temática histórica.

Nuestro grupo venía trabajando sobre cuestiones técnico-escénicas vinculadas a la creación colectiva, ese era nuestro tema central. Utilizábamos, para hacer andar nuestra máquina teatral lo que llamamos temas aparentes, es decir, temáticas históricas de convención, eran los leños que hacían andar nuestro dispositivo escénico.
Cruzábamos temas tales como la tragedia griega y el peronismo, la historia argentina y el hospital, en eso estábamos cuando recibí la invitación de Argentores para participar del ciclo homenaje a Armando Discépolo.
Ahí apareció la idea de cruzar a Discépolo en nuestro trabajo. Al relacionarse ambas cosas surgió esta obra tan extraña e interesante que nos supera y va más allá de cualquier plan preconcebido y que habla, ahora podemos verlo, de la patencia del tiempo histórico, tanto del pasado como del presente.

Todo presente tiene la intensidad existencial que se deriva de su conexión con el pasado del que viene y de la perspectiva hacia el futuro que dicha conexión establece. Creo que en nuestro presente y por motivos que esquemáticamente podrían denominarse “etapa avanzada del capitalismo” esa relación con el pasado se encuentra rota, por lo tanto nuestra perspectiva a futuro es incierta. Nos encontramos en una situación de desmayo histórico, el cuerpo social y el individual no encuentran una relación histórico-temporal cierta, estamos en el aire de un desastre, de una caída, hemos perdido el conocimiento, nuestro tiempo es vacío, inconsistente y sin significado.
Entrar en contacto con la obra de Armando Discépolo y su tiempo histórico nos permite hablar en contraposición, de una época incandescente, donde las perspectivas de superación del pasado creaban unas condiciones extraordinarias de plenitud que le daban a aquel presente la patencia de su potencialidad, la fuerza de su futuro. Anarquismo, socialismo, inmigración, padres superados por sus hijos, conciencia de clase, revolución, eran la condición a la vez dolorosa y plena de un cambio en curso que dotaban a ese presente de sentido perspectiva y significado.

En lo teatral el grotesco como superación del sainete, las contradicciones, la imposibilidad y el dolor social e individual a escena, todo lo tapado a la vista, un teatro de la miseria humana echando luz a la realidad, acicateándola. Entramos en contacto con esas formas y esos contenidos sin intentar enterrarlos en un homenaje póstumo y los pusimos a funcionar en nuevas relaciones formales tomándolos como materia viva y rota, como en un calidoscopio, nos encontramos con un foco emocional puro y presente que da cuenta del potencial de “nuestro” tiempo histórico y de su verdadera significación.

Tomamos fragmentos de varias obras de Armando Discépolo: Muñeca- Stéfano- Patria grande- Babilonia- Relojero. Los actores funcionaron como un dramaturgo estallado y crearon los textos en donde todos esos fragmentos se reconfiguran en esta nueva obra.

Fue un proceso muy rico, una verdadera creación colectiva.

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